viernes, 12 de julio de 2013

NIÑ@S DE 12 AÑOS Y LO DECOLONIAL: Liliana De la Quintana presenta un nuevo libro de cuentos infantiles




El reciente trabajo de nuestra querida amiga Liliana De la Quintana es una forma de construir puentes para una posible interculturalidad en nuestro país, ya que asume el desafío de hablarnos de la vida de los guaraní, sobre todo de sus mujeres, niños y niñas. El texto “Tejedoras de Estrellas” puede leerse como un intento de acercar culturas, de dialogar entre culturas, superando las barreras idiomáticas y las distancia geográficas, políticas o de cualquier otro orden.
Sabemos que muchas veces se ha venido retratando a aquello que podríamos denominar “mundo indígena”, como algo fantástico, exótico, extraño, y que por ello se reproduce una falsa idea acerca de él como un mundo sólo, homogéneo desde sus raíces, idéntico en cada rincón del territorio nacional.
No obstante, Liliana apuesta por justamente desmitificar este universo, para traducirlo en una descripción más localizada, más contextualizada, logrando una descripción más cercana y familiar para aquellos niños y niñas que no son de allá, que no pertenecen a estas comunidades.
Siento que en este trabajo, Liliana no sólo busca un camino creativo para promover que los mundos infantiles de otros contextos del país conozcan realidades que les son ajenas, sino que también descubran qué tan real y crudo puede ser un mundo que es fantástico sólo en apariencia.
En efecto, un mundo indígena es presentado aquí, no desde la voz de una mujer guaraní, sino desde una moradora de las ciudades, quien sin necesitar crear un texto de realismo mágico –dependiente de la seducción de lo exuberante y del exotismo figurativo–, alcanza una narrativa basada en hechos que dramáticamente han marcado la historia de los pueblos del Chaco.
He conocido este pequeño libro, un documento que es simple y amigable no sólo por la forma en que está escrito sino también por las hermosas ilustraciones de Miguel Burgoa que han sabido dialogar con lo que está escrito.
Pero, no por ser breve y fresco, es un texto ajeno a una serie de desafíos que es imposible dejar de mencionar. Para ello, parto de un comentario que cita otra publicación: siento que los desafíos de un texto como el que hoy presenta Liliana, entran en sintonía con el trabajo que fue publicado en 2005 por el filósofo colombiano Santiago Castro-Gómez, titulado “La postcolonialidad explicada a los niños”. Destaco una sintonía entre ambos textos por dos motivos.
Por un lado, porque libros como el de Liliana –y el del propio Castro-Gómez–, asumen el desafío de sintetizar, de manera breve pero concisa, un corpus conceptual y sobre todo vivencial muy complejo. Contar un retazo de la vida de los guaraníes bolivianos puede ser tan difícil y desafiante como intentar explicarles a nuestros hijos qué es lo decolonial. Con todo, aquí es fácil reconocer la vocación cineasta de Liliana, cuando hilvana un texto que en algunos momentos consigue superar las limitaciones del lenguaje escrito, y nos provoca imágenes vivas de lo que está narrando. Pienso aqui en la imagen de la profesora que llama a clases golpeando un fierro que cuelga de un algarrobo, insinuando una posible inercia que es propia de aquellos cálidos parajes. Y no por nada es un texto construido de manera gráfica, gracias sus recursos retóricos y también a las ilustraciones. Por ello, tenemos aquí un texto que fácilmente podría ser un guión cinematográfico, ya que ofrece una narrativa que, al igual que el lenguaje audiovisual, llega a constituirse como una “bomba polisémica” que utiliza pocos recursos para hablarnos de muchas cosas y, sobre todo, para dejar que imaginemos por nuestra cuenta otras tantas.
Por otro lado, sintonizo ambos textos porque pensadores como Castro-Gómez nos llaman la atención acerca de la importancia de preguntarnos, de manera constante y sostenida, qué formas alternativas podemos construir para lograr un verdadero entramado intercultural en países como el nuestro. Desde un pensamiento decolonial, Castro-Gómez nos invita a producir lo que producimos siempre procurando liberarnos de forma consciente de las ataduras de la colonia, las mismas que se traducen en formas de hacer, de mirar, de decir, y de representar.
Ahora, es claro que Liliana no busca una teorización sobre la vida de los guaraní. Pero, si recordamos que la construcción de lo que podríamos denominar un pensamiento boliviano ha venido siendo posible a partir del ensayo, los cuentos, las novelas, el cine y otras producciones alternativas, es importante reconocer que textos como los de nuestra colega son poderosas herramientas para la construcción de un conocimiento localizado.
Desde el ángulo que Castro-Gómez nos invita a mirar las cosas, se me genera una sed insaciable de conocer y saber más de aquello que está detrás de los textos. Y es cuando la curiosidad se convierte en cualidad que no es sólo de un niño (aunque los niños no necesitan leer a Castro-Gómez para dar rienda suelta a su curiosidad).



En tal sentido, encuentro que a lo mejor un complemento muy útil al trabajo de Liliana, podría ser el transparentar cómo es que, como autora, ella ha cortado distancias con el mundo guaraní, y cómo se ha aproximado a esa vivencia, brindando información de nombres de personas y de lugares reales, rutas e itinerarios trazados, y así por delante. De esta manera, podría hacer que el mundo que describe de forma tan sencilla, sea aún más real, y permir que niños y niñas de otros contextos sepan, por ejemplo, que viajando por tierra este mundo guaraní está a tan sólo 6 horas de la capital cruceña o a otras tantas de la capital chiquisaqueña, y que este mundo es parte de la realidad actual del país, con personas reales que están hoy presentes en la construcción de una desafiante convivencia.
Pienso que, a diferencia de lo que Marc Augé nos lo ha sugerido, ciertamente, el viaje, sobre todo el viaje intercultural en países como el nuestro, no es un viaje imposible.
Entonces, siempre pensando en niños y niñas desde los 12 años, ¿cómo podría lograrse que Liliana, como autora, ponga en evidencia el locus desde el cual escribe? ¿Será esta una dimensión poco comprensible para personas de tan corta edad? Admitiendo que estoy lejos de ser un experto en la materia, intuyo que los niños y niñas de esta edad son sujetos ideales para conocer dimensiones como la colonial y la decolonial de nuestro país, de nuestra historia y nuestro porvenir. Por la misma razón, y gracias a los esfuerzos como los de Liliana, que hacen que esta población tenga acceso a fuentes que superan la  historia oficial, podríamos responder a estas preguntas de formas creativas y novedosas.
Por ello, esperamos que Liliana no deje de producir y que siga construyendo puentes no sólo entre personas, sociedades y culturas, sino también entre disciplinas y formas de construir mundos. Y digo esto porque creo que es muy importante que los textos de ficción logren complementarse con información no-ficcional que nos hable de aquellos mundos reales que hoy en día están cada vez más cerca de nuestras capitales.
No quiero terminar esta intervención, sin decir lo siguiente: el trabajo de Liliana nos deja una otra constancia: no necesitamos de “relatos enlatados” impuestos por una industria cultural que busca seducirnos desde el Norte. Constatamos que en nuestro país hay historias maravillosas, que nos hablan de personas tan hermosas como valientes, también de valores fundamentales que determinan la forma como las personas pueden relacionarse con la naturaleza. En textos como los que Liliana nos ofrece, tan frescos y breves como son, podemos encontrar LA VERDADERA RIQUEZA DE LAS NACIONES.